viernes, 25 de julio de 2008

El último de los mohicanos...


De pequeña, cuando descubrí éste libro de Fenimore Cooper, sentí una gran angustia al comprender que con la muerte de Uncas se acababa todo un linaje y que el viejo padre se quedaba como el último de una gran tribu. Sin la compañía de los suyos. Ya no tendría a quién contarle las historias, con quién andar en los campos, con quién recordar... En fin me pareció tristísimo. Curiosamente en el libro todos estaban de alguna forma solos: Hawkeye y Cora Munro por ejemplo.


En fin, el años pasado murió la hermana de mayor de mi papá, dejando mi Tio Guillermo como el último de los Flores-Mendiverzua. Mis abuelos Juana y Julián tuvieron seis hijos: Manuel, Elvira, Julio, Guillermo, Esperanza, José Luis y mi papá, Héctor Eduardo. Mi abuelo fue el primero en morir 65 años atrás. Apenas logramos conocerlo en fotos. Era coronel y murió convaleciendo de una operación. Luego Julio desapareció, en uno momento de esos de crisis política del país. Se metió a bañar en un río y su cuerpo jamás apareció. La siguiente fue la abuela (corazón), de allí José Luis (corazón), Papá (corazón), Manuel (corazón), Esperanza (corazón), Elvira y ahora le tocó el turno a mi Tío Guillermo, el último de mis mohicanos.


Me levanté con la noticia y enseguida me invadieron los recuerdos de infancia. Las largas vacaciones durante la cosecha de café. Visitando o atendiendo a tíos y sus largas familia. Mi casa siempre estaba llena. De la panadería nos enviaban canastos de pan al igual que de la carnicería y el mercado. Los sábados especialmente después del día de pago habían grandes comidonas para todos. Desde hace 10 años más o menos voy cada vez menos al pueblo y conozco menos y menos gente.


Con la muerte de mi tío, la base familiar de donde surgimos desapareció. Ahora somos un montón de adultos que escasamente se conocen. Yo tengo primos que tienen hijos de mi edad, el gap generacional simplemente hizo imposible la convivencia. Los lazos se quedaron sueltos. Lo triste es que las nuevas generaciones por ejemplo mis sobrinos ni siquiera conocieron a mi padre. La historia se repite porque nosotros tampoco conocimos a los de papá y nunca llegamos a quererlos como él hubiera deseado. Eran fotos amarillentas colocados en la repisa de la chimenea o pegadas en un viejo album con esquineras.


Mientras mi familia esta en el funeral, yo estoy en la oficina tecleando, vestida de negro, con los labios rojos...evadiendo.




Esta era una de las canciones que solían escucharse...en las tardes de noviembre

Farolito que alumbras apenas/Mi calle desierta/Cuantas noches me has visto llorando/Llamar a su puerta;/Sin llevarle mas que una canción/Un pedazo de mi corazón;/Sin llevarle mas nada que un beso/,Friolento, travieso/Amargo y dulzón.


2 comentarios:

Chpluis dijo...

Las vacaciones en Barberena para la cocecha eran lo mejor,las conoci sus ultimos años mi abuelo Jose Luis murió antes que lo pudiera conocer, pero si que recuerdo las tardes corriendo en el patio de atras de la casa del "tio canche" a Olguita o a la tia Loren y la tia Claudia, (mi mamá siempre nos obligo a decirles tias pero a mi solo me parecian unas primas grandotas). El pueblo ya no tiene nada que me haga recordar al que fue, al estar allí me cuesta creer que alguna vez existió, algunas veces pienso que la mente me juega vueltas para hacerme creer un lugar ideal que no existió.

Chicaborges dijo...

Jose Luis, qué gusto encontrate por acá y qué emocionante-impresionante conocer la perspectiva de alguien más. Es ver la situación con otros ojos y saber que compartes las situaciones. Tengo la misma sensación qeu tu y evito ir porque no quiero que la imagen de mi niñez desaparezca. Te mando un gran abrazo. L.