lunes, 28 de febrero de 2011

Pensando en Monsiváis el poder del lenguaje



Hay amigos a los que uno siempre tiene presente. Ese es el caso de JS casi siempre resuenan sus palabras en mi mente, recuerdo su sonrisa y siento sus abrazos. Gracias a él conocí a Monsiváis. Así que hoy mientras recordaba a mi amigo vino a mi el escritor mexicano y en especial su Amor perdido

Agustín Lara: la cicatriz indeleble
La melodías de Lara fueron mis canciones de cuna. Muy lejos del duérmete niño (sin enfoque de género), duérmete ya. Mi padre me cantaba Farolito que alumbras mi calle desierta/cuántas veces mes has visto llorando de pena o una Noche de Ronda que triste pasa por mi balcón. Así crecí con un alma vieja y añorante. Aunque también con un yo irónico y un tanto “retorcido”… Te vendes quien pudiera comprarte, quien pudiera pagarte un minuto de amor… la vida la caprichosa vida convirtió en un mercado tu frágil corazó… Tan Tan

Estas canciones eran visiblemente románticas y curiosamente crueles fusionaron el lenguaje cursi barroco de la clase alta y el lenguaje directo sensible de las muchedumbres. Se escuchaban en burdeles o bailes de sociedad.

Este flaco, poco galán canta autor dejó una cicatriz indeleble, igual a la que surcaba su rostro en la vida de muchas generaciones. Se convirtió en un objeto cultural, mito social e introdujo la aventura, sensualidad y bohemia a todos los estratos sociales.

“Las palabras son para sentirse y su oficio es ser bellas, cualquier tipo de belleza que esta sea”

Isela Vega: la libertad en el sexo
Según Monisváis “la mala palabra” una vez supera la etapa de censura se integra al paisaje acústico del día a día. Chingar, joder, cabrón, pendejo… Lo mismo pasaba con Vega que presentaba así su obra:
…al desnudo como usted quería, con permiso de su esposa véala. No apta para gente sin criterio. Y cerraba las funciones con un

Mi realización está con ustedes público rascuache, público mugroso que viene a la carpa: los albañilotes, los lavacoches, desalariados, hijos del infortunio y la desesperanza como yo, esos que me gritan palabras gruesas a las que contesto igual o los insulto peor. Ustedes so mi público, como mis hermanos, mi familia, unos hijos de su chingada madre, la única clase que hay, la única existente…

“Las palabrotas son una fantasía cultural, que nos libera”