lunes, 14 de abril de 2008

Post invitado... De la otra L


Así como la leyenda de la Atlántida ha impulsado una serie de investigaciones científicas en la búsqueda incansable de esta ciudad perdida, la antigua leyenda de la princesa que encontró un príncipe en un sapo al besarlo, ha sido una interrogante en las mentes femeninas del siglo XX.Desde épocas inmemorables las mujeres han expuesto incluso su vida, dedicándose de forma empírica a besar sapos y ranas, en muchos casos venenosas, acabando con la vida de mujeres curiosas, sedientas por descubrir los secretos de este raro suceso metafísico.Debido a las limitaciones tecnológicas de los siglos pasados, y la posterior influencia del feminismo por resolver cuestiones más inmediatas, las investigaciones en batracios por mujeres fueron pospuestas pero no olvidadas.La eterna interrogante ¿Dónde esta mi príncipe azul? Ha servido de inspiración para muchas mujeres, quienes desde distintos ámbitos del que hacer científico se han incursionado por descubrir dónde se encuentran esos hombres ideales.La madre de la física moderna, Marie Curie, investigadora de la radioactividad, (1867-1934) y Diane Fossey (1932-1985), quien dedicó su vida a estudiar a los gorilas africanos mediante la observación, han inspirado a las mujeres que todavía creen en los cuentos de hadas. Ellas y muchas científicas han incorporado la disciplina de la experimentación con la paciencia de la observación, llegado a impactantes descubrimientos en el tema de los anfibios y batracios vertebrados que tienen metamorfosis en nobles príncipes azulados.Por ejemplo, se ha descubierto que los sapos son batracios que tienen metamorfosis en la fase larvaria de vida acuática, y otra adulta, cuya mayor parte transcurre en tierra. Esta metamorfosis de larva a adulto, se puede comparar con la que ocurre en el macho humano en su etapa de adolescencia, la cual también transcurre en la tierra.Se ha hecho una directa asociación del entorno ambiental de estas dos especies.El sapo habita en el agua. La rana, habita en cualquier lugar de la tierra, especialmente en terrenos húmedos, charcas y estanques. Así mismo, al humano macho adulto, vive en cualquier lugar de la tierra y le encantan los lugares húmedos como bares y discotecas, donde emprende la mayoría de sus ritos de apareamiento. Las dos especies se incitan con la humedad y en el caso de los sapos, croan para llamar a las hembras. Sólo los machos pueden croar y solo los machos se las pueden creer.Los anuros (ranas y sapos) cazan a los insectos con su lengua retráctil, proyectándola con rapidez. En el caso del humano macho, besan también con lengua retráctil y se retiran de la escena, cual insectos, con rapidez. Es asombrosa la comparación del hombre con el sapo.Algunas ranas del Amazonas repiten en su cuerpo y sus patas los colores predominantes de su hábitat, utilizando el fenómeno del mimetismo para pasar inadvertidas. Por lo tanto se les considera como animales que tienden a engañar y a ser escurridizos. Este es quizás uno de los elementos que sirven de prueba irrefutable que muchos hombres proceden del sapo. Sin embargo aun no se comprende como la transfiguración (sapo-príncipe) se lleva a cabo. Lo que si se sabe, según pruebas ex post facto, es que al momento del engaño, un príncipe azul, no se convierte en un simple hombre, si no en un simple e insignificante sapo.El mimetismo del sapo, es lo que nos ha llevado a especular que estos anuros tienen la capacidad para engañar mediante su canto de apareamiento a las mujeres, haciéndolas creer que ven príncipes en vez de sapos.¿Cómo distingues a un sapo de un príncipe? He aquí algunos tips:

El sapo suele ser un holgazán.

Al sapo solo le interesa aparearse y no forjar relaciones duraderas.

El sapo suele croarle a todas, no solo a ti.

El sapo miente y se comporta violento o se victimaza cuando lo descubren.

El sapo no te trata como la princesa que eres.

El sapo suele relacionarse con otros sapos y embriagarse para poder llamarte y croar estupideces. ( En este estado el sapo es comparado con una larva)
Ninguno de estos tips y descubrimientos hubiese sido posible sin el aporte metodológico y metafísico de las grandes hechiceras y brujas de la antigüedad, quienes fueron quemadas vivas (injustamente) por sus diversos experimentos con sapos en sus pociones. En realidad estas mujeres deben ser reconocidas por sus importantes contribuciones al encantador mundo de las mujeres. Sus consejos no deben pasar desapercibidos. Como por ejemplo este consejo encontrado en el libro: “Pociones con la última lágrima.” (de la Editorial W.I.T.C.H). En caso que seáis engañadas por un sapo, repite el siguiente conjuro “No hay mal sabor de sapo que dure 100 años, ni princesa que lo merezca”. No olvides, que descubrimientos como las cremas rejuvenecedoras, pociones anticelulíticas, brebajes diuréticos y bálsamos del alma, fueron conjurados por brujas sabias y mágicas que utilizaron las feromonas en secreciones de sapos de forma asombrosa para atraer a aquellos con capacidades de metamorfosis en príncipes. Los laboratorios femeninos están proponiendo la modernización por medio de tecnología de punta que sustituya la antigua disección de sapos, con la cual se intenta descubrir alguna glándula mágica dentro del sapo que ocasiona la transfiguración tan anhelada. ¿Glándula, mutación genética o simple magia? Todavía no lo sabemos, pero nuestros esfuerzos son incansables. Negándonos rotundamente a creer que no existen los hombres de nuestros sueños y anteponiendo ante todo, nuestra dignidad y origen noble de princesas, hemos llegado a compilar algunos tips para encontrar al príncipe azul, según apariciones descritas por princesas suertudas que vivieron felices para siempre:

Tu príncipe azul no lo encontrarás en los bares. (Cenicienta)

Los príncipes azules no están casados o tienen otras relaciones. (Razpuncel)

El príncipe azul tiene un toque mágico para abrir puertas, moverte la silla, escucharte con atención y pagar por la cena. Suele hacer cosas que aunque los otros estén presentes, solamente tú notarás. (Blanca Nieves)

Los buenos hombres (esos que suelen no gustarte) son por lo general príncipes azules en potencia. Date la oportunidad de salir con ellos. Si no es tu príncipe azul, por lo menos pagará la cuenta. (Maddonna)

Nunca olvides, que son los latidos de tu corazón (y no las mariposas en tu estomago) la mejor forma de medir como te sientes por el. (Mi mamá)

Si no encuentras a tu príncipe azul y te desesperas, no pierdas la capacidad de la imaginación. Haz una listado con las cosas que deseas en tu príncipe, y repite este conjuro mientras das vueltas en una caldera de agua de calzón hervida: “No quiero, no quiero, un hombre-sapi-rana, si el príncipe no viene hoy, vendrá mañana”. (Princesa Leah)

La observación, segùn Dianne Fossey, es la mejor forma de determinar la interacción del macho. Observa sus comportamientos, sus detalles, escucha sus palabras y cuando comiences a ver un tono azulado en sus ojos, vuelve a observar detenidamente. El color azul del príncipe aparece con el tiempo. No te desesperes, mientras mas lo conoces, más azul se volverá.

No te precipites. La impaciencia puede llevarte a confundir príncipes con sapos. (Princesa Diana)
En conclusión no olvides que los príncipes azules, prefieren a las cabronas. Las tontas, superficiales, plásticas, esclavas de la moda, bulímicas, anoréxicas, inseguras y acomplejadas son la pareja perfecta de un sapo. Como princesa y soberana de tu independencia no dejes que nadie decida por ti. Todas las teorías y experimentaciones apuntan a que solo tu corazón sabrá cuando estés enfrente de tu príncipe azul.
Gracias L en nombre de toodas las muejeres...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este post me ha inspirado una mini-respuesta Duff... agua de calzón hervida, ¿dulce brebaje?

Chicaborges dijo...

L&L Asoc. busca justo eso querido Luis inspirar a hombres y mujeres. Próximamente (espero) hablaremos de la Depilación, la automedicación. Nuestro objetivo es ir desbancando o deconstruyendo a Martha Stewart o hacer la versión latina posmoderna-postcolonial de la señora en cuestión.
A mi misma me ayudó a comprender que tenía distorsionado el concepto de príncipe y andaba besando sapos por vicio.