sábado, 27 de octubre de 2007

Sin brújula II parte


En la primera parte de este post, me había quedado en que sentir y hablar es bueno a veces. Y últimamente lo he comprobado. Esa plática de regreso de Xela mientras piloto y copiloto hacían un inventario de música, bandas y hablaban de la belleza de las mujeres tzutuhiles; mi amiga y yo en el asiento de atrás hablamos hasta al cansancio. Al principio me costó articular las palabras pero luego fluyeron con total libertad. Por ratos, debo confesar que, sentí el acostumbrado nudo en la garganta o el conocido vacío en el estómago. Pero descubrí que una vez se empieza simplemente hay que seguir haciéndolo.


Esa misma mañana antes de emprender el viaje de vuelta, sentada en el parque a solas, muerta del frío pensé que me encantaba aquella sensación de libertad y de cierta forma aquella soledad voluntaria, Sin embargo, todo cambió cuando alguien llegó y la soledad dejó de agradarme por que me sentía felizmente acompañada. Estar acompañada también me atonta, de cierta forma he perdido la habilidad de relacionarme pero es algo que tiene remedio, no es permanente, es sólo cuestión de encontrar la compañía adecuada. El sentimiento de no querer sentir me esta abandonando.


De vuelta en el auto, en mi intento por exorcizarme, me di cuenta que lo que lo que llevaba adentro realmente nunca había salido, todavía había un remanente haciendo daño. Esta Odisea por tierra fría y luego por tierra caliente me sacudió. El viaje a las entrañas de Lorena puede ser un tanto siniestro pero hay luz al final del túnel. Sigo sin brújula y sin la certeza del sitio al que quiero llegar pero estoy abierta a la posibilidad de sentir…dejar que el viento por fin sacuda mi cabello.

Gracias a los compañeros de viaje pasados y presentes.

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