Lo llamé Lorenzo, porque lo sentía mio (feo eso de poseer. Fue amor a primera vista, lo adopté y lo hice oficial al llamarlo así.
Era un boxer precioso. El 21 de septiembre cumplió 7 años y murió ayer de cáncer en la próstata. Nada se podía hacer y no hubo necesidad de ponerlo a dormir simplemente no despertó de su siesta.
Ayer lo tuve todo el día en la cabeza y llamé por teléfono a mi mamá para que me contara cómo seguía. Era una pregunta retórica ya sabía la respuesta antes de que contestara. No pude despedirme. Desde hace ya varios años lo trasladaron a Barberena y mis visitas se hicieron esporádicas por múltiples razones.
Su pelaje era corto, brillante y dorado. Del hocico le salía una especie de máscara que le daba aires de malvado. Piernas y Pecho musculosas y unos ojos intimidantemente dulces. De pie era casi de mi tamaño (enorme). Era sobre todo una compañía inigualable.
Lorenzooooooooooo
4 comentarios:
Qué tragedia. No se llora tanto cuando se pierde un perrito. Lo siento Lore. Yo por eso ya no quise tener perros por eso mismo. Te cuidas y un abrazo con moco incluído.
Yo también me he jurado y jurado no tener más perros pero siempre me regalan uno o par adoptándolo porque me roba el corazón. Lorenzo era hijo de dos perros que nos acompañaron desde siempre y era el último de la camada. Gracias por el abrazo y el moco!
Uy Lore, qué horror! Para mí perder una mascota es una real tragedia... Soy re llorona y más cuando se trata de separarme de compañía tan leal y totalmente incondicional, pero ni modo! Me uno al abrazo y al moco de el vigilante!!! :'(
Amar a un perrito duele mano, órale.
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